"Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas, de ellos y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor." Mateo 9:36-38.
Dice el pasaje que Jesús tuvo compasión de las multitudes porque estaban como ovejas sin pastor. Recorría las ciudades y aldeas, pudo percatarse de la necesidad porque fue a ellos, estaba entre ellos, vivía con ellos. La pasión por cumplir la voluntad de Su Padre le quemaba el corazón, pero la compasión lo movió a la acción. Podemos ver enseguida como hace un llamado a pedir más obreros porque el trabajo era mucho y los obreros pocos, y en el capítulo 10, lo vemos llamando a sus doce discípulos para que entrarán en acción; les dio autoridad e instrucciones precisas y ¡a trabajar!, eso es compasión. Esto es precisamente lo que tenemos que hacer; no podemos permitir que sólo la pasión "arda en nuestro corazón" porque tarde o temprano se puede apagar (sobre todo si es avivada por las emociones), la compasión nos debe impulsar y ponernos en la perspectiva de Dios: así como Él vio, debemos ver, lo que Él sintió, tenemos que sentir, que nuestro corazón se duela como el de Él se dolió al ver la condición de la gente.